El folklore, los aliens y las religiones teocráticas

Cada ser humano posee un sentimiento íntimo sobre la realidad en la que vive. Las religiones, o más bien, el enfoque que éstas pueden ofrecer, son el reflejo de tal sentimiento. Si nos situamos en la cultura oriental, el Shintoísmo al igual que nuestro Cristianismo pretende vivir en armonía con los espíritus; en cambio, en el Taoísmo y en ciertas ramas del Budismo, se establece una postura más radical como la ofrecida por el Gnosticismo y el Maniqueísmo.

El punto en cuestión parece ser siempre si el tributo que ha de pagarle el ser humano a los dioses puede ser negociado en cómodas cuotas —con veneración y sometimiento, por medio de sacrificios simbólicos o materiales,— antes que sea aplicada una forzosa retención unilateral del impuesto emocional que se manifiesta, casi siempre, como un abrupto cambio de suerte a través de un desgraciado incidente sentimental, económico o corporal.

Los servicios religiosos de las distintas corrientes cristianas consisten en programar ceremonias grupales, en particular los días Domingo, en los que se pretende la comunión con entidades benignas, protectoras y redentoras de la humanidad, representadas en el catolicismo como vírgenes, santos y mártires; en particular, hallamos el sacramento de la eucaristía donde se consagra pan y vino, un ritual que se arrastra desde los primeros versículos bíblicos cuando un extraño personaje aparece, sin pasado ni linaje, para iniciar al que será conocido como el patriarca Abraham (en hebreo: אַבְרָהָם) dando origen, o tan sólo nueva apariencia, a las religiones teocráticas (Genésis 14:18): “Y Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, le llevó pan y vino a Abram.” No debiera desestimarse que estas dos particulares ofrendas sean las mismas que más tarde se le atribuyen neotestamentariamente a Jesús durante la supuesta última cena.(1) Y subrayamos la idea subyacente del “tributo” simbolizados en la comunión a través de los alimentos como algo llamativo y quizá preocupante; del libro Extraterrestrials Among Us, un esclarecido George C. Andrews nos comenta:
La proyección de energía psíquica que periódicamente emanamos en forma de devoción religiosa puede ser como la miel que fortalece y sostiene a las deidades a la que se dirige la ceremonia. En esta etapa de nuestro desarrollo, la adoración ciega ya no es lo que se busca, sino la comprensión consciente de nuestra relación simbiótica con las entidades multidimensionales que plantaron a nuestros antepasados ​​en este planeta.
La corriente Shinto japonesa promulga la veneración de los espíritus de la naturaleza: los kami (en japonés: 神), entidades a las que se les ofrece tributo, veneración y ceremonias para que logren apartar y proteger de la frecuente ira de los demoníacos tengu y yōkai (respectivamente: 天狗 y 妖怪) seres antropófagos que acostumbran a poseer personas, en especial jóvenes y niñas, para comunicarse a través de ellas. Curiosamente, en occidente, las apariciones marianas también surgen alrededor de Contactados preadolescentes —por ejemplo, los fenómenos ufológicos confundidos como apariciones de la Beata Virgo Maria de Fátima y Lourdes— refuerzan la idea que el fenómeno extraterrestre tiene particular predilección por vírgenes, sospechamos, para acelerar o desencadenar su Síndrome Kundalini con el fin de nutrirse con su energía vital e incluso manifestarse a través de ellas. Las palabras de John Keel pueden leerse con cierto desasosiego pues se agitan con la severidad de la certeza:
Como la mayoría de los investigadores OVNI, he leído las Sagradas Escrituras cuidadosamente varias veces. En vista de lo que ahora sabemos, o sospechamos, sobre la ufología, muchos de los relatos bíblicos de cosas en el cielo adquieren un nuevo significado e incluso corroboran algunos de los fenómenos que suceden hoy en día. Se les dio una interpretación religiosa en aquellos tiempos antiguos cuando todos los fenómenos naturales y todas las catástrofes se culparon a un Ser Superior.
Tengu de Kawanabe
Kyosai, obra del s. XIX;
notar las semejanzas con los
farfadets del folklore francés
En las historias del folklore japonés, los híbridos han'yō usualmente nacen de relaciones amorosas entre los humanos y los yōkai. Este extraño vínculo también se observa en el Islam —palabra cuya semántica es sumisión o posternación— con los sombríos genios del Koran: la Sharia o Ley Musulmana dedica una parte a regir la herencia de descendientes producto de relaciones maritales entre humanos y djinns (en árabe: جن), pues se da a entender que los híbridos no pueden habitar por mucho tiempo nuestra densidad física; en Daemonolatreiae (Demonolatry) de Nicholas Remy leemos:
Una de las cuestiones que resultan más penosas de entender es el bronco silbido que estos niños emiten en lugar de llorar, su andar atolondrado y su manera de buscar en lugares ocultos... Debemos confesar que los demonios intervienen activamente y se introducen en las madres o en sus hijos no natos dotándoles de poderes que son completamente sobrenaturales.
Otro interesante sincronismo lo hallamos de la mano del folklorista Lafcadio Hearn quien en su obra Glimpses of Unfamiliar Japan comenta que “las historias de posesión indican que hablaban y escribían en idiomas que ellos no conocían antes de ser poseídos.” Nos resulta entonces llamativo que entre los cristianos aun se valore el misterio de hablar en lenguas ignorando los riesgos de posesión espiritual que corren los extasiados glosolaliastas. Como corolario, invitamos a la siguiente reflexión del esclarecedor artículo de Bronte Baxter sobre la Unificación de la Nueva Era donde menciona:
La Guerra de los Principados de la Luz y la Oscuridad no son otra cosa que una estratagema del policía bueno y del policía malo, pero llevando el juego a niveles celestes. Muy semejante a la eterna guerra irreal entre los demócratas y los republicanos: una cortina de humo diseñada para velar donde efectivamente la acción real ocurre. Tanto Lucifer como Jehová están del mismo lado: buscando el control de la humanidad; los “dioses” y “demonios” de la India se encuentran en idéntico bando. Mientras que la humanidad ofrezca su loosh [energía vital] a los mundos [hiper]dimensionales, ya sea través de la adoración o el sufrimiento, en la Cuarta Densidad están todos contentos.
Deteniendo el tour de force religioso e intentando centrar nuestro marco de estudio en la ufología no es difícil deducir que el sistema de control, por medio de una aplicación metódica, sistemática y prolongada ha fermentado desde los mitos folklóricos un producto más elaborado y refinado: el devocionalismo ceremonial. Douglass Price-Williams, profesor del departamento de psiquiatría de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) —uno de los ocultos miembros del Colegio Invisible que encabezaba el ufólogo francés Jacques Vallée, a quien había compartido de su detallado análisis de mitos— concluyó en que la base de datos sobre avistamientos y encuentros cercanos con OVNIS mostraba una “estructura de «onda» como un patrón de aprendizaje no cíclico [que] parecía un programa de refuerzo [y] que podría llevar a la retención de imágenes y a cambios irreversibles en el marco mitopoéico de la humanidad.” Pero fue a partir del estudio de las teorías del compositor y ufólogo francés Paul Misraki y la monumental obra del antropólogo Evans-Wentz: The Fairy-Faith in Celtic Countries que el doctor Vallée concibió un corolario de inquietudes que desenmascara el origen alienígena de las religiones organizadas: (2)
¿Cuál puede ser el propósito para tan elaborado engaño a escala mundial? ¿Quién puede darse el lujo de inventar un esquema tan complejo, para tan aparentemente pequeño resultado? ¿La imaginación humana es capaz por sí sola de producir estos trucos? ¿O deberíamos establecer una hipótesis que una raza avanzada en algún sitio del universo o quizá en algún momento del futuro ha estado elaborando representaciones teatrales tridimensionales por los últimos dos mil años, en un esfuerzo de guiar a nuestra civilización? ¡Si así fuera, seguramente no se merece nuestro agradecimiento!
Muchos de los cuestionamientos del doctor Vallée encuentran respuesta si consideramos a los fenómenos anómalos aéreos como parte de un proceso de programación planetaria para la obtención de algo, en un principio digamos de “manera voluntaria,” que se requiere del animal social que es el Hombre. El adoctrinamiento, además de la teatral representación que las presuntas naves extraterrestres pueden orquestar para sus renuentes espectadores, tiene aristas adicionales entre los Contactados, ya sean médiums con un moderado séquito de acólitos,(3) representantes de flamantes nuevas religiones, o casos puntuales de alta extrañeza, a veces denominados Contactismo Silencioso,(4) requisito ineludible para impartir correctivos hiperdimensionales ante una posible insurrección gnóstica de algún peregrino que comience a abrir los ojos. El investigador Thomas Minderle expone en su libro Transcending the Matrix Control System:
Debido a que las fuerzas hostiles hiperdimensionales tienen un interés personal en mantener la ignorancia sobre la existencia del Sistema de Control, pueden tomar medidas extraordinarias para suprimir cualquier factor de inestabilidad que podría develar su naturaleza detrimental y su capacidad de manipulación, afectando así su fuente alimenticia: el suministro de energía emocional o Loosh. Cualquier persona que inicie el proceso del despertar, recuperando su poder personal e incrementando su libertad individual, es seleccionada de manera inmediata como blanco para ataques encubiertos. El objetivo buscado es someterla nuevamente a la ignorancia, dejarla expuesta e indefensa, o eventualmente, contribuir a su autodestrucción.

Cuando se produce un impulso hacia la libertad personal, una fuerza igual y opuesta se pone en movimiento, que atrae hacia el individuo diversos sincronismos negativos para desencadenar ataques puntuales y descompensar así su impulso hacia la libertad. Estos incluyen situaciones que tienen por objeto inducir miedo, distracción, sufrimiento, duda, depresión, indulgencia hacia bajos impulsos, y comportamiento auto­destructivo.
El sociólogo francés Bertrand Méheust,(5) subrayó la teatralidad de estas experiencias de contactismo: las abducciones están presentes en el remanente arcaico colectivo y se articulan como dramáticos eventos ofrecidos a una reducida y particular audiencia —como los sucesos relatados por el granjero brasileño Antônio Vilas-Boas o por el matrimonio estadounidense Betty y Barney Hill— pero difíciles de ser explicados o transmitidos al resto de la humanidad, como fue el caso de Moisés al bajar del monte Sinaí. Al diseccionar estos acontecimientos, cuya primera apariencia sugiere la representación de naves futuristas y tecnológicamente superiores, se observa que decantan en elementos que nos remontan a una imaginería más antigua: hacia temas del folklore medieval o aun, hacia crónicas bíblicas y narraciones legendarias. No es casual que los encuentros cercanos se produzcan casi siempre al costado de un camino poco transitado pues precisamente era allí donde los demonios precristianos, los farfadets,(6) diablos sin rostro y siniestros encapuchados emboscaban a los desventurados viajeros. Y es no menos llamativo que todas las supuestas abducciones extraterrestres siempre posean un trasfondo sexual; el joven desaparecido ufólogo Mac Tonnies desencadenaba esta interesante cuestión en su libro póstumo The Cryptoterrestrials (cap. The Abduction Epidemic):
Un motivo central en los informes sobre abducciones, como también en los relatos folklóricos de secuestros por seres no humanos, es el objetivo de producir un vástago “híbrido,” un niño humanoide con la posibilidad de actuar como puente entre la sociedad humana y la exógena. [...]

El “programa de hibridación” recopilado de estos casos implica algo alarmante: su avanzado conocimiento en genética. Si ellos fuesen un aspecto desconocido de nosotros mismos, su habilidad en la genética no tendría que adelantarse a la nuestra propia. Y lo que se vislumbra más enervante es que seamos genéticamente compatibles. [...]

Bajo la hipótesis criptoterrestre, el “programa de hibridación” bien podría consistir en desarrollar híbridos “réplicas,” adaptados a tareas orientadas a la supervivencia, como ser infiltrarse en la sociedad humana. Y esto plantea una más interesante inquietud: si los típicos encuentros cercanos involucran criptoterrestres parecidos a los humanos, como los Grises, ¿quién puede decir que no habría una galería de villanos progresivamente más extraños al acecho detrás del telón?
Marshall Vian Summers denomina a parte de este vasto plan de adoctrinamiento global como el programa de pacificación; a nuestro criterio este plan incluyó además la incorporación de paradigmas mentales como el principio de escasez que se introdujo junto al monoteísmo. En el libro The Curse of Cain: the violent legacy of monotheism (La Maldición de Caín: el legado violento del monoteísmo), Regina M. Schwartz prologa:
¿Pero por qué la violencia? ¿Por qué el clamar por una identidad colectiva es tan importante como para generar violencia? He hallado una respuesta a esta pregunta en el principio de escasez que infecta a todo el pensamiento sobre pertenencia. Cuando algo es escaso se debe competir por ello: por la tierra, por la prosperidad, por el poder, por el favoritismo, incluso por la propia identidad. En muchas narraciones bíblicas, el único Dios no es imaginado como un dador infinito, más bien como extrañamente miserable. No todos reciben la bendición divina; muchos son maldecidos —con escasez, miseria, enfermedad, agonía y muerte— como si hubiese un bloqueo cósmico a la prosperidad. Y es aquí, en el principio trágico de la escasez, que encuentro problemático aquello que el legado del Antiguo Testamento le ofreció a nuestra cultura. Aunque me he sentido alentada al encontrar algunos destellos de abundancia en el monoteísmo —como cuando cae maná del cielo para alimentar a todos— esos momentos no han proporcionado el mismo empuje a nuestra política, a nuestra cultura o a nuestra imaginación como sí lo ha hecho el principio de la escasez. La escasez fue codificada en la Biblia junto al principio de Unicidad (una tierra, un pueblo, una nación) y en el pensamiento monoteísta (una Deidad), se convierte así en una demanda de lealtad exclusiva que amenaza con la violencia de la exclusión. Cuando ese pensamiento es trasladado a las formaciones seculares de personas, “una nación bajo un único Dios,” se vuelve menos reconfortante que amenazante.
El amable lector llegado a este punto pretenderá sin duda que elaboremos alguna conclusión... ¿la habrá? Nos permitimos concluir citando a Michael Topper, autor de varios artículos de la colección de libros Matrix, para que cada individuo realice su necesaria e imprescindible labor personal:
En las densidades superiores, “Consciencia” es el nombre del juego. Esto sencillamente quiere decir que en los niveles superiores de existencia, sean de orientación positiva o negativa, todos comprenden que el negocio de todo ser y la existencia de todo lugar está en función de la Consciencia... estando más y más “alerta.” Estar despierto se relaciona con la “densidad de consciencia,” por así decir.

Las entidades negativas consiguen mayor nivel de consciencia al “ganar peso” por medio de la asimilación de otras unidades conscientes. [...] Las entidades positivas piensan de otra forma: al integrar dentro de su conocimiento a los demás seres —el hecho de reconocer la consciencia de otro ser— éstos formarán entonces parte de la propia consciencia; luego, reconocer la Pluralidad de la Creación es crecer en Consciencia. [...] Los seres negativos desarrollan un juego de dominación, subyugación y absorción de otras consciencias en un solitario “Uno.” Pero ellos comprenden que la absorción completa sólo es posible a través del convencimiento de las otras consciencias: que otros deben elegir el camino del “engrandecimiento del ego.” Una “comida” reacia no es nutritiva, y se transforma en veneno para la consciencia que trata de asimilarla. [...]

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