La desintegración positiva en el proceso de iluminación (I)

El proceso psíquico de catarsis y transmutación que detona el harnelmiatznel consciente entre el Agua de Vida y el Espíritu Igneo puede ser estudiado de manera positiva bajo la teoría de la desintegración psicológica fruto de la esmerada labor del psiquiatra polaco Kazimier Dabrowski en sus estudios sobre la Higiene Mental.(1) El maestro alquimista Fulcanelli, no dejó de mencionar veladamente estos trabajos internos de “podado psíquico” sobre ciertos bloques patológicos presentes en el aspirante al adeptado:
Hemos dicho, y lo repetimos, que el objeto de la disolución filosófica es la obtención del azufre que, en el Magisterio, desempeña el papel de formador al coagular el mercurio que le está unido, propiedad que posee por su naturaleza ardiente, ígnea y desecante. «Toda cosa seca bebe ávidamente su húmedo,» dice un viejo axioma alquímico. Pero este azufre, a raíz de su primera extracción, jamás es despojado del mercurio metálico con el que constituye el núcleo central del metal, llamado esencia o semilla. De donde resulta que el azufre, conservando las cualidades específicas del cuerpo disuelto, no es, en realidad, más que la porción más pura y más sutil de ese mismo cuerpo. En consecuencia, podemos considerar, con la mayoría de los maestros, que la disolución filosófica realiza la purificación absoluta de los metales imperfectos. Pues bien; no hay ejemplo espagírico o químico de una operación susceptible de dar semejante resultado. Todas las purificaciones de metales tratados por los métodos modernos no sirven más que para desembarazarlos de las impurezas superficiales menos tenaces. Y éstas, traídas de la mina o acarreadas en la reducción del mineral, son, generalmente, poco importantes. Por el contrario, el procedimiento alquímico, al disociar y destruir la masa de materias heterogéneas fijadas en el núcleo, constituido por azufre y mercurio muy puros, destruye la mayor parte del cuerpo y la hace refractaria a toda reducción ulterior. [...]

Nadie podría discutir la importancia y la preponderancia de la disolución, tanto en química como en alquimia. Se sitúa en la primera fila de las operaciones de laboratorio, y puede decirse que la mayoría de los trabajos químicos están bajo su dependencia. En alquimia, la Obra entera no implica sino una serie de diversas soluciones. No cabe, pues, sorprenderse de la respuesta que da «el Espíritu de Mercurio» al «Hermano Alberto» en el diálogo que Basilio Valentín nos incluye en el libro de las Doce claves. «¿Cómo podría tener yo este cuerpo?», pregunta Alberto. Y el Espíritu le replica: «Por la disolución.» Cualquiera que sea la vía empleada, húmeda o seca, la disolución es absolutamente indispensable.
Añadimos, con las debidas reservas, que la diferencia entre la remoción de impurezas química y alquímica es el grado de consciencia o inteligencia de las fuerzas intervinientes; nos arriesgamos a plantear que el poder espiritual que opera sobre el obrero del arte es claramente una influencia inteligente y sensible, abierta a la consideración del individuo, materia primera y destinatario final del proceso de desintegración positiva o “disolución filosófica,” en tanto que la reacción química en los metales opera, si bien análogamente, bajo un nivel inherentemente mecánico.

No obstante, nos permitimos señalar que según nuestro estudio y experiencia sobre las disciplinas esotéricas que decantan en el Síndrome Kundalini,(2) las sucesivas desintegraciones conllevan una inusitada agrupación de sensaciones nerviosas junto a síntomas orgánicos detrimentales —en algunos casos llamativamente severos— tal vez en íntima relación al recableado neuronal operado sobre los sistemas simpático y parasimpático, detonados por la abundancia del nuevo suplemento energético provisto por el método de flujo inverso de la energía seminal.(3) En consecuencia, cuando el pandit Gopi Krishna postula que “... los impulsos simpáticos aceleran y los provenientes del parasimpático ralentizan el accionar del corazón; en cambio, la motilidad y secreción del tracto digestivo son aumentadas por los impulsos parasimpáticos y reducidos por los simpáticos,” hallamos sosiego en una explicación completamente lógica a las dificultades físicas, en particular, gástricas y cardíacas, de reiterada aparición durante la Obra Menor —la rectificación de los primeros tres chakras: correspondientes a Saturno, Júpiter y la Luna,— que más tarde se volverán trastornos esencialmente psíquicos durante la fase de la Obra Mayor —los siguientes tres chakras superiores: Venus, Marte y Sol— y que totalizan las seis caras de nuestra piedra cúbica. Dentro de la recargada simbología tanática de la alquimia occidental fue el jeroglífico de la mortificación el encargado de prevenir al aspirante sobre los procesos de putrefacción filosófica:
Gran cantidad de filósofos han adoptado este modo de expresión y han velado, bajo temas fúnebres o macabros, la putrefacción especialmente aplicada a la segunda Obra, es decir a la operación encargada de descomponer y licuar el azufre filosófico salido de la primera labor, para convertirlo en elixir perfecto. Basilio Valentín nos muestra un esqueleto en pie sobre su propio ataúd en una de sus Doce claves, y nos pinta una escena de inhumación en otra. Flamel no sólo coloca los símbolos humanizados de la Ars Magna en el cementerio de los Inocentes, sino que decora su placa tumular, que se ve expuesta en la capilla del museo de Cluny, con un cadáver comido por los gusanos y con esta inscripción: «De, terre suis et en terre retourne.» Senior Zadith encierra, en el interior de una esfera transparente, a un agonizante descarnado. Henri de Linthaut dibuja en una hoja del manuscrito de la Aurore el cuerpo inanimado de un rey coronado, echado en la losa mortuoria, mientras que su espíritu, en la figura de un ángel, se eleva hacia una linterna perdida en las nubes. Y nosotros mismos, después de estos grandes maestros, hemos utilizado el mismo tema en el frontispicio de El misterio de las catedrales.
Empero, nuestro análisis quedaría efectivamente incompleto de no agregar la intromisión de la componente hiperdimensional que, durante los momentos críticos de la prolongada fase del Nigredo, aparece acentuando los sincronismos negativos que rodean la “suerte” del obrero del arte. Sirva nuestra experiencia entonces para recomendar al aspirante atenta cautela y estoica espera durante los episodios de ansiedad, angustia y depresión asociados a la disautonomía general motivada en el organismo por el fragor de la “batalla de los opuestos” —cuando los sistemas endócrino y nervioso luchen por la soberanía del dominio corporal,— dado que ciertas entidades dañinas pretenderán maximizar el loosh vertido a través de esta primer desintegración positiva: pues, ¿qué otro comportamiento se podría esperar de estos seres psicopáticos más que el fraguado de eventos detrimentales para aumentar los picos de miedo y desasosiego?

Emblema 33° de Atalanta Fugiens,
cf. artesón III de la quinta serie:
SI.NON.PERCVSSERO.TERREBO
Como hemos ya visto en las similitudes del magisterio sufista y daoísta, la fricción de la que hablan Gurdjieff y Ouspensky, previa a la transformación del Sub-Mayordomo (el centro psíquico observador) en el Mayordomo (la evolución hacia un centro psíquico operador), conlleva elaborados estados de neurastenia. En la misma línea, el proceso Kundalini que detona las disciplinas yógicas hinduístas, uno de cada dos practicantes se topan con marcados trastornos de ansiedad antes o durante el proceso de iluminación: casos como los documentados por los doctores Bonnie Greenwell y Bhim Sain Goel.(4) De igual modo, la alquimia occidental presenta una analogía en la batalla entre la mente subconsciente (serpiente/dragón) y la mente consciente (león/águila) antes de la aparición del piloto de la Gran Obra; reiteramos entonces que el concepto del “piloto” alquímico es claramente equivalente al “mayordomo” sufista del Cuarto Camino; Gopi Krishna lo denomina como un centro mental latente que evoluciona, de contar con el suplemento seminal sublimado, en la supraconsciencia; mientras que Fulcanelli y el gremio de los alquimistas lo llaman echeneis o pez hermético del Mar Rojo:
Esta isla no es más que otra figura del pez hermético nacido del mar de los Sabios —nuestro mercurio que Hermes llama mare patens,— el piloto de la Obra, primer estado sólido de la piedra embrionaria. Unos lo han llamado echeneis y otros delfín con idéntica razón, porque si el echeneis pasa, en la leyenda, por detener y fijar los navíos más fuertes, el delfín, cuya cabeza se ve emerger en nuestro bajo relieve, posee un significado también positivo. Su nombre griego, δελφις, designa la matriz, y nadie ignora que el mercurio es llamado por los filósofos el receptáculo y la matriz de la piedra.
El caso de desintegración del doctor B. S. Goel, documentado en su libro El Tercer Ojo y Kundalini: relato empírico del viaje desde el polvo a la divinidad, es particularmente interesante ya que reviste varias precauciones físicas, chequeos emocionales y depuraciones mentales que todo aspirante debiera considerar como precondiciones, con objeto de minimizar los fuertes efectos físicos y psíquicos que demarcan las dos fases de la Gran Obra. Sentimos necesario advertir a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad que consideramos este relato como una apología al reclutamiento de un neófito dentro de una jerarquía teócrata,(5) dada la fijeza mental y emocional del autor para con su hipotético gurú. Pretendemos subrayar —aunque con un manto de severa piedad porque bien sabemos la inusitada coerción y programación a la que puede ser sometido un peregrino durante su infancia— que su vivencia detrimental durante los múltiples episodios de purgado psíquico pudieran estar acentuados debido a la anatemizante disposición sumisa de su sistema de creencias y en su errada ideología de someterse ciegamente a un dios, entregando su devoción y libre albedrío, careciendo de una sólida inversión emocional en sí mismo, condiciones que entendemos como una patente invitación a la intrusión hiperdimensional.

El relato se divide en tres grandes momentos de desintegración, todos precedidos de un fuerte shock emocional que, de acuerdo a nuestra investigación, la más de la veces produce un despertar anticipado de la supraconsciencia, sobre todo, como es el caso, cuando se desarrollan disciplinas yógicas como el pranayama; si sostenemos la analogía daoísta y comparamos la iluminación con el alumbramiento del infans solaris, un despertar precoz de la Kundalini podría verse como el parto de un bebé prematuro, y en tal caso, debiera extremarse las precauciones, dada la inmadurez del centro mental incipiente:
[...] comence a sufrir de incontenibles ataques de llanto en forma repentina. El ataque comenzaba en un estado de gran dolor. Lloraba y sollozaba de manera patética y luego, recuperaba automáticamente la compostura. En aquel momento no podía sospechar que esto se prolongaría por seis meses. De nada sirvieron el razonar, la autosugestión o el autoconsuelo. La idea de la muerte y de la demencia me dominaban con tanta fuerza que, simplemente, lloraba y lloraba. También me ponía a gritar en medio de los llantos: “¡Madre! ¿Quién cuidará de mí ahora? ¿Qué sera de mí ahora?”

Supuse que estos ataques de llanto se debían al proceso de disolución de los nervios formados en la etapa más infantil y, evidentemente, mi madre tenía una profunda conexión con estas formaciones nerviosas. Sin embargo, nadie a mi alrededor podía tener intuición alguna sobre estos asuntos. Nadie podía imaginar que estaba pasando por un proceso que sería más profundo y aterrador.
El ojo entrenado puede hallar llamativo que el doctor Goel desconociera el papel central que ocupa nuestro mercurio y la necesidad imperiosa de mantener, durante todas las fases de la obra, el principio hermético; muchos de los vaivenes emocionales que sufrió luego de la activación Kundalini —comparables a un trastorno bipolar— podrían estar en directa relación con que el embrión de la supraconsciencia carecía del destilado nutritivo:
Algo interesante que estaba observando en todo este proceso de Kundalini era que la energía sexual o el semen jugaban una parte muy importante. Con la activación de Kundalini, es el semen el que comienza a elevarse con las oleadas de prana. No tengo otra evidencia directa para tal conclusión, salvo mi propia experiencia. Lo podía sentir una y otra vez en mí. Pude llegar también a la misma conclusión, a través de muchas otras observaciones. En las primerísimas etapas de la actividad de mi Kundalini, por ejemplo, descubrí que en cualquier momento se producía una descarga sexual. Muy pronto me encontré en las garras del dolor tanto mental como físico. Esto no guardaba conexión alguna con mi pensar, como podrían sentirse inclinadas a imaginar algunas personas, así llamadas doctas, con conocimientos en psicología.

El dolor físico siempre se produce en los nervios y venas situados por debajo de los testículos y algo por encima del ano. Este es el punto que se conoce como
kanda en el lenguaje yógico de la India y que constituye el punto de partida de los nervios más importantes [...] Después de la descarga sexual, la sensación de estos nervios solía ser tan dolorosa que me maldecía por ello.
Ya en sus capítulos finales, Goel plantea un resumen brillante desde la óptica hindú al trabajo que opera la virgen negra Shakti en su tránsito ascendente hacia su esposo Shiva: la energía Kundalini comienza su camino bajo el elemento tierra, cuando atraviesa el chakra muladharaproduciendo el quiebre del ego, resultante de la dislocación de los dos nervios, del raga [apego] y el dwesha [rechazo], a partir del Brahma-randhra [Puerta Celeste en la coronilla]. Para la persona, tal cosa representa la experiencia de la muerte. El yo de la persona, tal como lo ha entendido hasta este suceso, cae en una terrible confusión y enorme sufrimiento.” El siguiente destino de la energía regeneradora consiste en llegar al chakra swadhistan, correspondiente al elemento agua, en donde se enmiendan “los vasanas [deseo sensual], vrittis [taras mentales] y otras impurezas contenidas en el chitta [almacenamiento de impresiones mentales], de manera que se limpie y purifique.” Estos dos primeros pasos preparan el centro instintivo y emocional, mientras que los tres chakras siguientes: Manipura, Anahata y Vishuda, correspondientes al elemento Aire, Fuego y Akasha, rectifican, aquietan y calman el centro mental. Paralelamente, este sería el objetivo central del Cuarto Camino que denomina como la fusión de egos.

Reconociendo la importancia del ineludible trabajo personal, no agregaremos más sobre esta obra que consideramos de suma importancia para preparar al aspirante ante días inciertos y noches turbulentas en el moroso caminando del adeptado hermético. Considérese que recomendamos su lectura por las experiencias que se desarrollan y de ningún modo avalamos el sistema de creencias teocrático como así tampoco la mayoría de las conclusiones a las que llega el autor.

Concluimos nuestro primer análisis arribando al siguiente corolario: la Iluminación, condición suficiente para la liberación de las ataduras físicas, no implica el logro de la autonomía emocional, requisito necesario para la emancipación espiritual. Todo trabajo alquímico exige no sólo de esfuerzo y perseverancia, sino de aplicar la labor crítica, timón único que debe ser operado a través del conocimiento riguroso junto a la experimentación juiciosa. Las distinguidas palabras con que Fulcanelli cierra el último capítulo de El Misterio de las Catedrales son más que elocuentes:
Nadie puede aspirar a la posesión del gran Secreto, si no armoniza su existencia al diapasón de las investigaciones emprendidas. No basta con ser estudioso, activo y perseverante, si se carece de un principio sólido y de base concreta, si el entusiasmo inmoderado ciega la razón, si el orgullo tiraniza el buen criterio, si la avidez se desarrolla bajo el brillo intenso de un astro de oro. La ciencia misteriosa requiere mucha precisión, exactitud y perspicacia en la observación de los hechos; un espíritu sano, lógico y ponderado; una imaginación viva sin exaltación; un corazón ardiente y puro.

Exige, además, una gran sencillez y una indiferencia absoluta frente a teorías, sistemas e hipótesis que, fiando en los libros o en la reputación de sus autores, suelen aceptarse sin comprobación. Quiere que sus aspirantes aprendan a pensar más con el propio cerebro y menos con el ajeno. Les pide, en fin, que busquen la verdad de sus principios, el conocimiento de su doctrina y la práctica de sus trabajos en la Naturaleza, nuestra madre común. Por el ejercicio constante de las facultades de observación y de razonamiento, por la meditación, el neófito subirá los peldaños que conducen al SABER.

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(1) Los resultados de los extensos estudios del doctor Dabrowski fueron presentados en su enciclopédico Multilevelness of Emotional and Instinctive Functions (Multinivelidad de las funciones instintivas y emocionales), Lublin, 1996 y Personality-shaping Through Positive Disintegration (Formación de la personalidad a través de la desintegración positiva), Boston, 1967.

(2) Cf. Kundalini Syndrome en Wikipedia y el documento La Kundalini y la Psicosis QiGong. Recordemos las sucintas palabras de Nicolas Flamel en el Libro de las Figuras Jeroglíficas:
Aquel que no vea la negrura en el principio de estas operaciones, durante los días de la Piedra, aunque vea otros colores, habrá fallado en el magisterio y no lo podrá enderezar con ese caos, pues no lo ha trabajado bien y nada se ha podrido, y si no se pudre no hay corrupción ni se puede engendrar nada. Por lo tanto, la Piedra no puede tomar vida vegetativa para crecer y multiplicarse.
Dado que la putrefacción alquímica puede engendrar inquietantes estados “border,” aconsejamos tener como guía de referencia a individuos que hayan transitado por la experiencia pero que no estén dispuestos a tener adeptos; baste esta condición para asegurar la independencia espiritual del aspirante.


(3) Cf. The backward-flowing method del autor JJ Semple, sobre todo en su capítulo IV en que, si bien no es expícito en aplicar detalladamente el truco alquímico del arte sacro —también conocido en la meditación daoísta como la técnica del fuelle de la fragua a través de la retracción perineal— brinda cierta claridad al comparar el proceso con las propiedades neumáticas e hidraúlicas de los gases y fluídos orgánicos.

(4) La psicoterapueta Bonnie Greenwell publicó varios estudios sobre el despertar Kundalini: Energies of Transformation y The Kundalini Guide Vol. 1 y Vol. 2 (todos en inglés).

(5) Veáse la descripción del bando Teócrata en el resumen del libro La Guerra en el Cielo de Kyle Griffith. Un evento llamativo, que bien puede asociarse con un caso de Visitantes de Dormitorio (también conocido como Síndrome Old Hag), ocurre cuando un renuente mecanógrafo decide excusarse de transcribir los borradores del autor, al parecer, por un asunto que trascendía el precio pactado; el hecho estalla poco después de la frustración del doctor Goel:
El 31 de diciembre de 1981, cuando ya había olvidado el incidente, llegó a mi casa, muy temprano en la mañana, terriblemente nervioso y me pidió que le entregara el trabajo. Pero como ya tenía partes de él transcriptas por otra persona, no me atraía la idea de volvérselo a dar. Se lo dije. Más insistió y se veía muy angustiado. Cuando le pregunté acerca de la razón de su estado, me asombró lo que me dijo:
"Anoche, mientras dormía, sentí que alguien se me había echado encima con todo su peso. Sentí que me moría bajo ese peso. Cuando traté de escabullirme, vi que me era imposible. La persona bajo cuyo peso me encontraba aplastado, me preguntó enojada por qué no escribía a máquina el trabajo del Dr. Goel. Entendí a medias lo que me estaba diciendo. Mientras sudaba y sentía que me iba a morir, la persona se levantó y se paró a cierta distancia de mí. Vi entonces, en el mismo sueño, que esa persona no era otro que Bhagavan Sri Sathya Sai Baba."
Aconsejamos nuevamente los trabajos de Tal Brooke, quien escribió Avatar of Night que habla sobre aquellos “iluminados” no preparados mental ni emocionalmente, que terminan guiando a la ruina a sus adeptos o haciendo uso indiscriminado y punitivo de sus poderes taumatúrgicos, como Sathyanarayana Raju Ratnakara, más conocido como Sai Baba y Bhagwan Shri Rashnísh, quien se apodó como Osho.